jueves, 21 de diciembre de 2006

LA IGUALDAD DE DERECHOS

LA IGUALDAD DE DERECHOS


“El verdadero papel de cualquier gobierno es el de garantizar y proteger la IGUALDAD DE DERECHOS, no el de pretender IGUALAR nuestras ganancias, propiedades o el proveernos igualitariamente a todos con las mismas cosas.”

En 1776 los padres fundadores de la Revolución Norteamericana sostuvieron en la Declaración de Independencia que algunas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Pero todo el mundo sabe que somos distintos, únicos e irrepetibles y que no hay dos personas que sean exactamente iguales. Los seres humanos son diferentes cuando nacen y manifiestan claramente habilidades naturales diferentes. Adquieren gustos y preferencias distintas. Se desarrollan escogiendo caminos diferentes. Varían en su resistencia física, aptitud mental, estabilidad emocional, en su posición social heredada, en sus oportunidades para su propia realización, en sus respuestas a los desafíos de la vida, en sus responsabilidades, calificaciones, logros, y en muchos otros aspectos que se podrían citar. Entonces, ¿En qué, y cómo podemos ser iguales?

La respuesta es que de hecho no lo somos, excepto en tres aspectos:

  1. Somos iguales en dignidad y valor ante los ojos de Dios,
  2. Ante la ley,
  3. Y en la protección de nuestros derechos.

Sólo en estas tres cosas somos iguales, y como miembros de la sociedad, todas las personas deberían tener su igualdad garantizada en dos importantes áreas:

  1. Primero, igualdad ante la ley, y
  2. Segundo, igualdad de derechos.

Por eso debemos distinguir entre igualdad de derechos y otras áreas donde la igualdad es imposible. Es necesario reconocer que, entre otras cosas, la sociedad y el gobierno deben:

  • Proveer igualdad de oportunidades, pero no se pueden esperar resultados iguales;
  • proveer libertad a todos por igual pero no esperar iguales aptitudes ni capacidades;
  • proveer igualdad de derechos pero no esperar igualdad de resultados en cuanto a pertenencias, riquezas o ahorros;
  • proveer una protección igual pero no esperar igualdad en cuanto a posición, rango o status;
  • proveer igualdad de oportunidades educativas pero no esperar notas o calificaciones iguales.


La experiencia histórica nos demuestra que si los gobiernos usan o mal-usan su poder para forzar u obligar a sus ciudadanos a unas condiciones materiales iguales, en forma natural volverán a ser desiguales en el mismo momento en que su libertad sea recuperada. Incluso un revolucionario marxista como Mijail Bakunin reconocía que: La libertad, la moralidad y la dignidad humana consisten precisamente en que la persona haga el bien no porque esté forzado a hacerlo, sino porque libremente lo conciba, lo quiera y lo ame.

Según Alexander Hamilton: “Mientras exista libertad existirá la desigualdad… pues inevitablemente resultará del ejercicio mismo de dicha libertad.” Friedrich A. von Hayek reconocía que "hay una gran diferencia entre tratar a los hombres con igualdad e intentar hacerlos iguales. Mientras lo primero es la condición de una Sociedad Libre, lo segundo implica, como lo describió Tocqueville, “una nueva forma de Servidumbre". Con esa preocupación, Milton Friedman nos advierte que: Una sociedad que pone la igualdad por encima de la libertad acabará sin igualdad ni libertad.

Por eso entendemos que en una sociedad abierta, la única igualdad compatible con la libertad es la igualdad de derechos, que conlleva implícita la igualdad de oportunidades.

Que significa tener “Igualdad de Derechos” - La meta de la sociedad y de los gobiernos es proveer una “justicia igual” lo que significa, entre otros, proteger igualmente los derechos de todas las personas:

  • En los tribunales de justicia, para garantizar, proteger y asegurar sus derechos.
  • En la urna electoral, para votar por el candidato de su elección
  • En la escuela pública, para obtener su educación.
  • En las oficinas de empleo, al competir por un trabajo.
  • En la agencia inmobiliaria, para comprar o alquilar una casa.
  • En el púlpito, para disfrutar de la libertad de culto.
  • En el podio, para disfrutar de la libertad de expresión.
  • En el micrófono o ante las cámaras de la TV, para presentar los puntos de vista de los distintos asuntos de cada día.
  • En las asambleas o lugares de reunión, para asociarse y reunirse pacíficamente.
  • En las imprentas, para disfrutar de la libertad de prensa.
  • En la tiendas, para comprar las cosas esenciales o deseables de la vida.
  • En el banco, para ahorrar y prosperar.
  • En la oficina del recaudador de impuestos, para no pagar más de su justa contribución.
  • En los tribunales de herencia y testamentos, para transferir a sus herederos los frutos de los esfuerzos de toda su vida.


Un sistema realmente libre y responsable donde exista la libre iniciativa, el libre comercio, la libre empresa, el libre mercado, la libre competencia, curiosamente no estará libre de riesgos, como no ofrece éxitos garantizados, ganancias aseguradas, privilegios, concesiones, favores, subvenciones, exenciones, subsidios, monopolios y demás, ES, por eso, a menudo tan criticado, combatido e impopular. Por el contrario, ha sido muy popular (y populista) por parte de los políticos el proclamar y prometer directa o indirectamente (en forma justificada, elocuente y a menudo disfrazada) que el papel del gobierno que quieren establecer va a “darnos seguridad económica” al “distribuir” o “redistribuir” riqueza (entiéndase las ganancias de los que si realmente “crean” riqueza, que no son precisamente las burocracias gubernamentales), lo que en otras palabras, y sin tapujos significa tomar de los “tienen” y dar a los que “no tienen” con el fin de que lleguemos a ser verdaderamente “iguales”; una proposición, sin embargo, que conlleva una enorme y peligrosa falacia, que desafortunadamente sigue promoviéndose en forma irresponsable, como un dulce veneno que fomenta el conocido pecado de “codiciar los bienes ajenos” y que nos bloquea el sano juicio y el sano esfuerzo creativo para que todos podamos convertirnos por nuestros propios medios (y sin ayudas gubernamentales) en personas autosuficientes y económicamente independientes.

Según un sondeo publicado en el semanario uruguayo “Búsqueda” el mes de junio de 2004, el 66% de los uruguayos encuestados mantiene una mentalidad improductiva al creer que no hay que generar la riqueza económica y piensan que sólo hay que “tomarla” y “distribuirla mejor”. Sólo un 30% de los consultados reconoce lo que es obvio, que antes de “distribuir” hay que generar y “crear” riqueza.

Sin embargo, hay quienes se aferran al concepto de que las personas nunca van a conseguir la igualdad de derechos a menos que tengan “igualdad económica”; y se resisten a aceptar que: “El verdadero papel de cualquier gobierno es el de garantizar y proteger la IGUALDAD DE DERECHOS, no el de pretender IGUALAR nuestras ganancias, propiedades o el proveernos igualitariamente a todos con las mismas cosas.”

¿Que poderes deben asignarse al Gobierno? – RESPUESTA: Las personas no deben delegar o asignar a sus gobiernos ningún poder que exceda aquello a lo que ellas mismas tienen el derecho legal de hacer.

Por ejemplo, toda persona tiene derecho a la protección de su vida y de su propiedad. Por eso es perfectamente legítimo delegar o comisionar al gobierno la tarea de establecer una fuerza policial para proteger las vidas y las propiedades de toda la gente.

Pero supongamos que una persona muy generosa y bondadosa observa que uno de sus vecinos tiene cuatro coches y que el otro vecino está sin ninguno. ¿Qué ocurriría si, con ese espíritu de benevolencia, esta persona tan generosa fuese y tomara uno de los coches del vecino próspero y generosamente se lo regalara al vecino necesitado? Obviamente, sería arrestado por el robo del coche, sin importar sus buenas y caritativas intenciones, es culpable de violar flagrantemente los derechos naturales de su próspero vecino, quien tiene el derecho a que su propiedad sea protegida.

Por supuesto, el vecino con cuatro coches bien podría donar un coche a su vecino pobre, si él quiere, pero esa es su decisión y no la prerrogativa del vecino bondadoso que quiere jugar el papel de Robin Hood, como a menudo ocurre con los así llamados “progresistas” que son muy generosos con los recursos de otros.

Pero supongamos que esta persona bondadosa decide en cambio pedir al gobernador y al consejo municipal que usen su autoridad para forzar y obligar al vecino con los cuatro coches para que entregue uno al vecino que camina por no disponer de un automóvil. ¿Lo hace eso más legítimo? Obviamente, esto es todavía peor porque si el gobernador y todo el consejo municipal lo hacen en nombre de la ley, el vecino que ha perdido su coche, no sólo ha perdido el derecho de propiedad, (pues esa es supuestamente la “ley”) sino que él ha perdido también todo derecho a pedir ayuda para poder proteger su propiedad.

Desde el momento en que el gobierno está autorizado para nivelar o igualar las propiedades o posesiones materiales de los ricos para lograr una “distribución igual de los bienes,” el gobierno después tiene el poder para despojar a CUALQUIERA de sus derechos “iguales” para disfrutar de su vida, de su libertad, y de su propiedad.

Los que se benefician como receptores del programa pueden pensar que esto es “justicia” y muy “bueno, justo y necesario” el tomar de los que “tienen más” para entregárselo a los que “tienen menos”. Pueden decir: “ésta es la forma como el gobierno provee una justicia igual para todos.” ¿Pero qué ocurre cuando el gobierno regresa y comienza a tomar de aquellos que se consideran “pobres”? Inmediatamente reclaman con indignación que tienen “derechos” a la propiedad que el gobierno les dio. Pero el gobierno ahora ya adquirió el poder para responder: “Nosotros decidimos quién tiene los derechos sobre las cosas.” Pues, el poder dado al gobierno para despojar a los ricos automáticamente canceló el principio que garantizaba la “igualdad de derechos.” Abrió la compuerta para que el gobierno ahora se entrometa con los derechos de todo el mundo, particularmente los derechos de propiedad.

Como nos advierte Thomas Sowell: Si has estado votando por políticos que te han prometido darte cosas a costa de otros, no tienes derecho luego a quejarte cuando tomen tu dinero y se lo den a otros, incluyéndose ellos mismos.

Aprendamos la lección del Comunismo - Cuando los comunistas tomaron el poder en Hungría, los campesinos estaban encantados con la “justicia” de confiscar las granjas grandes de sus dueños y entregárselas a ellos. Más tarde cuando los líderes Comunistas agarraron tres cuartos de la tierra campesina para establecer las granjas comunales, inmediatamente los campesinos vociferaron en señal de protesta para exigir sus “derechos de propiedad.” Aquellos que protestaron demasiado fuerte o demasiado tiempo pronto descubrieron que no sólo habían perdido su tierra, sino que también su libertad, y que si continuaban protestando, entonces también perdían sus vidas.

Por ello el Papa Juan XXIII nos recuerda que: “La historia y la experiencia demuestran que en regímenes políticos que no reconocen a los particulares la propiedad, incluida la de los bienes de producción, se viola o suprime totalmente el ejercicio de la libertad humana en las cosas más fundamentales, lo cual demuestra con evidencia que el ejercicio de la libertad tiene su garantía y al mismo tiempo su estímulo en el derecho de propiedad.”

El principio de la Igualdad de Derechos protege la libertad para Prosperar - La decisión política de garantizar la protección igual de los derechos de todas las personas, garantiza así que todas tendrán la libertad para prosperar. No se necesita de ningún castigo en forma de “impuesto especial” para los que crean riqueza y prosperan. No van a faltar quienes alcen sus voces (como hicieron en el pasado los filósofos revolucionarios franceses, y luego los comunistas) en señal de protesta: “¡Pero es que entonces algunas personas se volverán muy ricas!” A lo que deberíamos responder: “Ciertamente que lo serán, y porque no, cuantos más mejor.”

La mentalidad de Abundancia para hacer que todos prosperen – Es de esperar que algunas personas prosperen más que otras. Esto es inevitable mientras haya libertad. Algunas prosperarán por su talento, algunas por su buena fortuna, algunas por sus herencias, pero la mayoría prosperará por su creatividad, trabajo y dedicación. El concepto de “libertad para prosperar” se basa en la creencia que la voluntad instintiva y creatividad para tener éxito y crear riqueza, en un clima de libertad, gradualmente resulta en que todas las personas prosperen conjuntamente. Elevará y estimulará así también a los pobres a superarse por medio de la educación y el esfuerzo individual para independizarse y llegar a ser autosuficientes. La experiencia histórica demuestra que las sociedades que fueron capaces de crear ese clima de libertad y responsabilidad ciudadana, aparecen también en ellas la compasión y la generosidad en forma de programas de ayuda (en educación, salud, trabajo, seguridad social, etc.) Florecen también, más que en ningún otro sistema, multitud de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) destinadas al servicio voluntario por parte de los más favorecidos a favor de los menos afortunados o indigentes.

La idea es maximizar la prosperidad, minimizar pobreza, y crear riqueza. Cuando las personas sufren la pérdida de sus cosechas o quedan desempleadas, los más afortunados deben ayudar. A quienes disfrutan de “buena fortuna” se les anima y persuade a acumular reservas para el tiempo de desgracias que parecen venir a todo el mundo alguna vez. El trabajo arduo, la austeridad, la inversión, el ahorro, y la compasión son conductas claves de la ética tanto personal como la aplicada a la política y a la economía para lograr el éxito y la prosperidad. Así lo resume el reverendo John Wellesly:


"Gana todo lo que puedas.
Ahorra todo lo que puedas
Invierte todo lo que puedas.
Da todo lo que puedas."

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Este artículo fue elaborado por Jesús González Losada basándose en las ideas del libro “THE FIVE THOUSAND YEAR LEAP - Twenty-eight Ideas That Changed the World” del Dr. Cleon Skousen.
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